Entre los shows de tarde y noche, la policía local recibió una amenaza telefónica de bomba para Los Beatles. La respuesta inicial fue que el concierto nocturno debería ser cancelado, pero luego se dieron cuenta que la violencia potencial de 8.000 fans desilusionados podría ser peor que la explosión de una bomba, y el show se llevó a cabo como estaba planeado.
Después del concierto, la policía utilizó brutales tácticas de fuerza para mantener a las fans alejadas del escenario mientras Los Beatles se dirigían hacia la salida. Una reportera recibió una patada por parte de un funcionario motorizado y otra muchacha fue pateada en las costillas por uno de los policías. Los Beatles pagaron cerca de $30,000 por protección. La policía les pidió mantenerse alejados de los casinos ya que si no lo hacían las fans querrían entrar también y muchas eran menores de edad. A cambio, les enviaron dos máquinas tragamonedas a sus habitaciones. Sin embargo, no jugaron con ellas.
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