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28 DE MAYO DE 1977

Melody Maker publica un artículo fascinante sobre Voyle Gilmore, el hombre responsable de la producción original de las grabaciones en cinta de audio del Hollywood Bowl. Hoy, Gilmore, se encuentra corriendo un amarradero y muelle de secado en Bethel Island, 60 millas afuera de Bay Area. Se retiró de Capitol en 1969, tras 24 años de servicio. En su Farrar Park, naturalmente se le pregunta:

“¿Ha escuchado el recientemente lanzado álbum en vivo de Los Beatles?

Voyle: “Aún no he tenido la oportunidad… lo haré. George Martin… hizo ese discurso. Suena como que lo cambió todo, pero lo dudo. No hay mucho que pueda hacer. Fue grabada en equipos de tres pistas con cinta de media pulgada. Cuando los Beatles vinieron aquí por primera vez, a nosotros (Capitol) nos hubiera encantado tener un álbum en vivo. Creo que Epstein hubiera ido por él, pero los muchachos no. Ellos venían de un ambiente pobre y siempre estaban conscientes de ello. Ellos sentían que un álbum en vivo sería una estafa porque todas las canciones ya habían sido grabadas. De todos modos, llevamos un camión de sonido al Hollywood Bowl y enchufamos directamente al tornavoz con nuestros micrófonos. El Bowl tiene un muy buen sistema de sonido estéreo. Ellos acostumbraban tener estos conciertos en estéreo, así que conectamos nuestros micrófonos directamente allí. George Martin estaba en el primer concierto. Estacionamos a varias cuadras de distancia y tomamos un taxi juntos. Es no estuvo tanto en el camión de sonido. Oh, creo que metió su cabeza y dijo “Eso suena terrible”, o algo así. Estaba más interesado en vagar detrás de escena con los chicos o salir al frente para ver como sonaba allí, esa clase de cosas. Los resultados no fueron tan malos. Estuve pensando que tal vez íbamos a conseguir el permiso para lanzarlos, de ser así la llevaría al estudio y trabajaría en ella un rato. Trabajé con los aplausos, los saqué de la edición, la hice sonar y la ecualicé un poquito. Los Beatles la escucharon y todos quisieron copias de las cintas. Así que hice cinco o seis copias y se las envié. De ahí deben haber salido los piratas, de los mismos Beatles. Teníamos un sistema en Capitol y sabíamos donde estaban nuestras copias. Ellos dijeron que les gustó, que sonaba bastante bien, pero que todavía no querían lanzarlo. Capitol me llamó unos pocos meses atrás y me preguntó si podía ayudar a encontrar las cintas en la biblioteca. Por supuesto, sabía exactamente donde estaban”.

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