Con la filmación del concierto cancelada, el director de una de las partes del proyecto, Michael Lindsay-Hogg, se dio cuenta de que tenía unos cuantos meses de filmación en su haber y cuanto podía servir para el nuevo álbum que Los Beatles estaban grabando. En una reunión en la sala principal de Apple, les propuso dar un concierto en vivo, sin tener que trasladarse en avión o por otra vía: subirían las escaleras para tocar en la azotea de su edificio. Esto aún tuvo algo de rechazo en George, de mala gana, y en Ringo. Esta vez, John y Paul se compinaron para persuadir a los otros dos, tan solo unos minutos antes del evento que hoy día conocemos.
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